Estoy seguro que en breve muchos de vosotros viajaréis a lugares exóticos. Una vez allí os tendréis que enfrentar al dilema de comer o no comer en la calle.
Excepto en España, en el resto del mundo te vas a encontrar con una increíble oferta de comida callejera. En un mundo donde el turismo cada vez se parece más a un paseo masificado por Disneyland, la cocina local es aún una de las experiencias más auténticas que se pueden vivir.
Mientras preparas el viaje habrás escuchado hasta la saciedad los consejos de sanidad exterior. Sabrás lo que es el mosquito tigre, el dengue, o la “venganza de Moctezuma”, las terribles diarreas que acompañan a los turistas. También te habrán dicho que te escondas en tu hotel y no comas nada en la calle.
Pero también se que a menos que seas tonto, al cuarto día te estarás zampando una sopa en las calles de Hanoi o un curry en algún barrio de Bangkok. Así que si tienes claro que lo tuyo es la comida callejera te regalo algunos consejos sacados de la experiencia de haber comido unos miles de veces en la calle.
Para comenzar te diré algo que te puede sorprender; la comida callejera es, habitualmente, más higiénica y sana que la preparada en muchos restaurantes. En un puesto la comida se prepara frente a los clientes, pasando un examen diario de limpieza y frescura. Además, al ser muy básicos, rara vez guardan genero para el día siguiente. En muchos restaurantes, por el contrario, las cocinas son la parte más sucia del local. Suelen tener frigoríficos donde se almacena comida, congelada y descongelada, del pleistoceno. Y la limpieza de los trabajadores no está controlada por nadie. En la calle, al menos, si un vendedor es un cerdo lo verás inmediatamente.
Por otro lado un vendedor callejero está especializado en muy pocos platos, mientras que los restaurantes turísticos tienen cartas interminables de 50 o 100 platos. Como puedes entender la rotación será mínima y los congeladores estarán siempre llenos de producto viejo.
Estos son mis consejos;
1- Usa tu sentido común. Si algo no te apetece, no lo comas. Si el puesto te parece sucio no te quedes. Puede parecer una perogrullada, pero no lo es. Sigue siempre tu instinto a la hora de elegir un puesto o un plato.
2- Come en puestos muy frecuentados. Cuanta más gente pasé por allí más genero fresco entrará y menos conservarán de un día para otro. Además, la afluencia de gente significa que la comida que allí sirven es deliciosa.
3- Elige lugares donde veas que comen locales. Ellos “también” se ponen enfermos y distinguen perfectamente un puesto sucio de uno limpio. Así que si un lugar es frecuentado por los habitantes del lugar significa que la gente confía en su comida, y que el producto se renueva con regularidad. En muchos restaurantes turísticos eso no pasa. El viajero que ha enfermado en un local no regresará porque ya estará viajando hacia otro lugar.
4- Come a las horas en que los habitantes locales lo hacen. Hay puestos específicos en que se come solo a determinadas horas. En muchos puestos la comida se prepara de madrugada para ser consumida en el almuerzo. Si llegas a la hora de la cena comerás las sobras que llevan todo el día expuestas en una vitrina sin refrigeración. Esta norma es muy importante en los puestos que cocinan y exponen su comida desde primera hora de la mañana; Economic Rice (Malasia y Singapur), Nasi Campur (Malasia e Indonesia), Khao Gaeng (Tailandia), Com Binh Dan (Vietnam).
5- Comienza por alimentos cocinados y rehuye ensaladas y crudos al principio. Existen preparaciones que son especialmente aconsejables; todas aquellas que hayan sido preparadas a altas temperaturas, salteados, los fermentados o platos con conservantes naturales en su preparación. Cuando más tiempo pases comiendo en la calle tu estomago estará más acostumbrado, habrá desarrollado una inmunización natural y podrás ser más atrevido.
6- Por supuesto extrema la precaución con niños menores de 10 años y adultos mayores de 55. Pero es muy importante que no tengas miedo. Nuestros estómagos son capaces de adaptarse a muchas más cosas de las que pensamos. Atrévete y disfruta.
7- Aprende algo de vocabulario básico. Normas de educación, adiós, gracias, hola, y en especial los nombres de los platos. Eso abre puertas, genera simpatías y hace que algún espontáneo te eche una mano. Comer en lugares donde emplean nuestro idioma o alfabeto puede ser sencillo. Pero en cuanto uno sale de los circuitos turísticos las cosas cambian y puede ser desesperante hacerse entender.
8- Pregunta siempre que puedas. Saca toda la información posible a los lugareños que hablen tu idioma. Son mil veces mejor que cualquier guía para comer bien.
9- Ten en cuenta en que país estás. Algunos tienen legislaciones muy estrictas en relación a la comida callejera, por ejemplo, Tailandia o Malasia. Otros, Camboya o Vietnam, son más permisivos. Además se más cuidadoso en las zonas rurales, donde las normas de higiene son más “laxas”.
10- Limpia los palillos o cubiertos que te encuentres en la mesa. Habitualmente pasan mucho tiempo allí y después de usados son lavados someramente en la acera.
Y por último recuerda que la comida callejera no es solo comida. Es tradición e historia, son recetas que en muchos casos se preparan igual por generaciones. Es decir NO a las putas franquicias y la comida basura. Es fomentar el pequeño empleo, es mantener vivas nuestras ciudades, es, en definitiva, la lucha romántica y hermosa de David contra Goliath. ¿Te unes a la resistencia?